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A mi madre no le gustan los programas del corazón. Por supuesto, eso es lo que ella dice, pero del dicho al hecho va un trecho y el primer paso para determinar si es aficionada a ellos o no sería determinar a qué llamamos programas del corazón, ya que últimamente pocos son los que se atreven a etiquetarse a sí mismos en dicho género televisivo.

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Con la presunción de inocencia como bandera y la inocencia como actitud, me he dirigido a la página web del programa objeto de mi análisis – La Noria, que se emite en Telecinco – con el fin de averiguar cómo se definen a ellos mismos y, sobre todo, si se enmarcan o no dentro de ese amplio saco de la actualidad «rosa». Calamitosa decepción la mía al comprobar que, lejos de reconocer honestamente sus intenciones, los encargados de la web del programa definen este con términos ambiguos y sin dejar claro su adscripción en ningún momento. Citemos, por ejemplo, el siguiente fragmento extraído de la sección ¿Qué es la Noria? de la web oficial del espacio que presenta Jordi González:

‘La Noria’ es un programa dinámico por principio que se mueve entre dos polos opuestos: la más rabiosa actualidad y el pasado nostálgico, siempre de la mano de alguna melancólica efeméride. El formato, consta semanalmente de cuatro grandes bloques.

Actualidad: Se trata un tema monográfico en profundidad, que se va desgranando poco a poco a través de imágenes narradas. Tras la emisión de cada una de las piezas que forman el reportaje, Jordi González y su equipo de colaboradores las comentan con informaciones inéditas. Pueden ser temas sociales en los que la audiencia se vea reflejada en algún caso o asuntos relacionados con personajes conocidos.

Debate de las dos Españas: En este apartado se pone sobre la mesa el asunto político o social que haya sido motivo de enfrentamiento informativo. Aquellas noticias, declaraciones o posiciones políticas que han propiciado la ‘pelea’ de las radios y los periódicos de mayor rivalidad ideológica y empresarial, se traerán a la televisión para ser analizadas y comentadas.

[…]

Entrevista: Llegado este momento del programa, un personaje que haya sido protagonista de la semana se subirá a ‘La Noria’ para ser entrevistado por Jordi González. Puede ser alguien destacado en el ‘universo rosa’, pero también un político, un deportista o un artista.

Nostalgia: Y casi para terminar, llegará el momento del pasado en el que un año de nuestra historia más reciente, entre las décadas de los 60 y los 90, se convertirá en protagonista de otra de las secciones del programa.

De entre las muchas conclusiones que se pueden sacar de esta autodefinición – entre ellas, que los ideólogos del programa aún creen en el manido y maniqueo mito de las «dos Españas», que tanto daño a hecho y sigue haciendo a nuestro país -, la que más nos interesa es la que tiene que ver con la pertenencia o no del programa al mundo de la prensa rosa.

Como podemos ver, huyen decididamente de encorsetarse en ese género, al que sólo aluden en un momento dado de la sección entrevistas, no sin edulcorar su presencia con el compartido protagonismo de la política o de los medios de comunicación al que rápidamente recurren.

Como no es este el tema principal que me lleva a escribir este post, sino sólo una pequeña muestra de la escasa autocrítica y dimensión ética de que hace gala este producto televisivo de «La fábrica de la tele», es innecesario que me dedique a demostrar en profundidad el doblez hipócrita que se encuentra detrás de estas descripciones. Baste con hacer notar al lector que, para no tratarse de un programa del corazón, cuenta de forma demasiado habitual con la presencia de personajes ligados al famoseo y el «periodismo cotilla». Hablamos de colaboradores como Terelu, Calabuig, Diego Arrabal, Jimmy Jiménez Arnau… a los que se unen desprestigiados periodistas como Alfredo Urdaci (recordemos su penosa actuación en la TV pública, en especial el polémico pasaje del «ce, ce, o , o») o Miguel Ángel Rodríguez, el que fuera portavoz del Gobierno de José María Aznar.

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Pero lo que me interesa ahora no es discutir si La Noria es o no es un programa del corazón (que es algo totalmente subjetivo), sino determinar si el supuesto halo de rigor, de investigación y de periodismo serio tras el que lo enmascaran es real o sólo una ficción con la que enganchar a los espectadores que, como mi madre, han iniciado la desbandada del desprestigiado formato de programas como «Aquí hay Tomate» (que supo asumir su «harakiri» a tiempo), «Salsa Rosa» o «Dónde estás corazón».

Conocidos son dos episodios de dudosa ética en el tratamiento de noticias por parte de la Noria: el caso Madeleine (cualquiera que asistiese a la entrevista de Jordi a los padres de la niña sabe a lo que me refiero) y la muerte del ex jugador del Sevilla, Antonio Puerta, que trataron de convertir en una conspiración en toda regla, recurriendo a métodos de dudosa legitimidad.

Y , con esto, llegamos por fin a la miga del asunto, al porqué de mi decisión de hablar hoy de este programa que tan poco me gusta y tanto critico, dándole una gratuita – y dudosa- publicidad que no merece.

La noticia es de anteayer, día 17 de marzo, y apareció en numeroso medios tanto escritos como digitales.

Ver Tele, El Mundo, 20 Minutos, Terra, Actualidad, Bottup, PRNoticias, DentroTele, TvLia

Por su parte, el teletipo de EFE lo cuenta así:

El programa ‘La noria’ de Telecinco deberá rectificar una entrevista emitida el pasado 9 de febrero a la presidenta del Defensor del Paciente, Carmen Flores, en la que se «alteró» y «manipuló» la postura de ésta sobre la sedación en el hospital Severo Ochoa de Leganés de Madrid.

Tras admitir a trámite la demanda interpuesta por Flores, el juzgado de primera instancia número 59 de Madrid ha resuelto que el programa de Gestevisión Telecinco SA deberá rectificar en alguna de sus dos próximas emisiones.

[…] Sin embargo, añade la resolución, la emisión de la misma el pasado 9 de febrero supone «una manipulación del hecho objeto de información» y una «alteración grave de la intención de la entrevistada», ya que sólo se difundió una parte mínima de la entrevista en la que Flores se refirió a su experiencia personal, y no otras en las que expresaba su opinión sobre la posibilidad de que en el Hospital de Leganes se realizaran malas prácticas médicas.

[…] Así, la jueza considera que dicha información es «susceptible de rectificación», la cual deberá ir precedida de una breve presentación en la que se indique que se va a producir una corrección.

Además, indica que se tendrán que incluir dos partes de la entrevista en las que Flores asegura que «existió mala praxis» y en la que defiende que morir de forma digna «no significa morir en un servicio de urgencias, sin tus seres queridos dándote la mano. Y esto es lo que ha sucedido».

Yo simplemente espero que la condena emitida por las autoridades judiciales traiga aparejada otra por parte de los espectadores, que se traduzca en un descenso notable de las audiencias. De lo contrario, el mensaje que los productores de La Noria estaría recibiendo de su público sería similar al que el PP recibe de sus votantes: «queremos más carnaza». Y tal vez, de ser así, los encargados del programa decidirían que las posibles sanciones resultantes de futuros «reportajes de investigación» (así llaman ellos a sus deshonrosas manipulaciones) se compensan sobradamente con la recompensa de un incremento de la cuota de pantalla y una audience más fiel.

Desgraciadamente, parece que va a ser así, porque a la polémica mencionada ha seguido otra, iniciada por un «reportaje de investigación» de Ángela Portero (de nuevo periodistas con vinculaciones con el mundo rosa) sobre la presunta estafa de la clínica del ya célebre doctor Champs.

Espero que finalmente los espectadores lleguen a separar el grano de la paja y, al menos, sepan hacer zapping en los momentos del programa que aborden temas «rosas» y en los reportajes que buscan sólo el morbo, sin preocuparse de lo ilícito de las herramientas por medio de las que lo consigan. Digo esto porque no todo ha de ser necesariamente malo en el programa, al menos si dejamos a un lado que los contertulios son siempre personas de dudosa credibilidad.

En La Noria se mantienen debates sobre temas candentes, como la monarquía, la rleigión, la homosexualidad, etc. Pero es una auténtica pena que los aborden debatientes sosainas y poco profesionales, especializados en llevar la información al terreno del morbo, que los modere alguien (prescindiré de los adjetivos por estar en horario infantil) como Jordi González y que se intercalen con temas de telebasura, como la estancia de Carmele Marchante en un reality show, e intervenciones de impresentables como Mila Ximénez o Falete.

Por desgracia, mis argumentos no son compartidos por muchos, y La Noria sigue girando…

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